Elegir es, la mayoría de las veces, el más difícil de los caminos. Elegir y hacerse responsable de las consecuencias complica aún más la cosa. Es que en esa elección se nos va la vida, apostamos nuestra vida. Y vamos a tener que defenderla a capa y espada. ¿Qué es eso que se siente en la panza, ese fuego que quema manos y pies, esa adrenalina que nos agita e impulsa a movernos? Es acaso el factor positivo de este ejercicio, el motor a ir a por algo: es el DESEO.
El deporte, en su etapa de iniciación, es concebido como una actividad lúdica, libre, competitiva y voluntaria, donde se juega el deseo propio y no el de otro, convirtiéndose en una escuela para aprender a ser personas ya que establece reglas, el respeto al otro y la noción de solidaridad. Pero la situación social, el entorno y los medios muchas veces se convierten en factores de presión.
Este deseo es muchas veces, el deseo de los adultos. Y en este sentido pueden diferenciarse en dos tipos: los deseos del hijo campeón, rodeado de glorias y éxitos deportivos y económicos o los deseos de un hijo deportista feliz, que disfrute de la actividad obteniendo de ella el placer y aprendizaje necesarios. Pero este deseo de los padres que baña a los hijos con mandatos y directrices, aparece con una carga importante de vivencias y frustraciones de los mayores. La descendencia debería reparar ese sueño que quedó trunco y que ahora obliga a verse realizado o continuar con la tradición familiar.
La importancia del deporte en la niñez implica:
-Jugar
-Moverse
-Espíritu de lucha, metas
-Personalidad
-Autoestima
-Respeto y valores
-Desarrollar procesos cognitivos
-Aprender leyes y reglamentos
-Atribuir éxitos y fracasos a hechos realistas
Y no menos importante, también atañe al Rol de los padres/adultos.
Comenzar una actividad es saludable, siempre y cuando se atiendan a las recomendaciones que hacen exitoso el tiempo que dure proceso. Las mismas tienen que ver con prestar atención al deseo del niño en cuanto a la libertad de elección.
Al momento de elegir una actividad, se tiene en cuenta las ganas, la motivación, las aptitudes que uno tenga para desarrollarla y el deseo, motor de todas las anteriores.
Es importante recordar que no podemos pensar la relación entre DEPORTISTA-ENTRENADOR-DEPORTE por fuera del CONTEXTO.
La motivación se define como los factores o determinantes internos que incitan a una acción. Es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta. Pero es también “el conjunto de variables sociales, ambientales e individuales que determinan la elección de una actividad, la intensidad en la práctica de esa actividad, la persistencia en la tarea y el rendimiento.”
Merece hacer mención de un concepto que da sostén a todo el funcionamiento anteriormente elaborado, y es el de COMUNICACIÓN. Para que algo funcione es necesario que la misma sea fluida y clara. En el deporte, como en todos los ámbitos de la vida, no podemos ser ajenos a quien tenemos enfrente. Es fundamental conocer a cada una de las personas a quienes quiero transmitir un mensaje para que éste sea captado y así poder lograr el objetivo.
El proceso comunicativo es eficaz cuando el receptor interpreta el mensaje del emisor en la forma en que éste lo pretendía. Es necesario que el entrenador se asegure que su mensaje fue interpretado correctamente por sus deportistas.
A modo de reflexión, recordar que el éxito deportivo, depende en gran medida de que el entrenador sea un comunicador social eficaz.
Un buen líder, un nivel óptimo de motivación y una comunicación eficaz, hacen un trabajo en equipo exitoso.
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