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Abuso

Siempre me gustó leer, y también tengo otra pasión, el cine. Podría preguntarme si leo las películas o veo los libros, en fin, me gustaría usar dos películas para tratar un tema que hoy surge a la luz de manera sorprendente, en todos los ámbitos dónde los niños, púberes y adolescentes deberían estar resguardados.

El trabajo de Freud con la histeria lo lleva de un postulado inicial de la existencia de un trauma sexual efectivo, ocurrido en la infancia, a situar la cuestión de la seducción por parte de un adulto como trauma psíquico, esto es, producto de la fantasía, el cual no por tal carácter deja de tener una fuerte influencia en la vida del sujeto.

Todo encuentro con el deseo del Otro es, efectivamente, traumático, ya que la excitación que produce en el infante supera sus posibilidades de tramitación psíquica. La seducción es una de las llamadas “fantasías originarias”, detectables en todo proceso analítico.

Llega incluso a escribir en una carta, “las histéricas me mienten”. Pero sabe que esto no es así. Encuentra una y otra vez este encuentro con la sexualidad traumático que recubre con fantasías lo que la psiquis no puede explicar.

Sin embargo, los tiempos cambian, las normas jurídicas avanzan en proteger cada vez más los derechos de los niños, nos corren de tomarlos como propiedad, y por lo tanto, nos interpela a determinar si esa seducción solo es parte de una fantasía o si ocurrió en un ámbito cotidiano.

Aquí van las películas entonces.

La primera es La Celebración, película danesa de 1998, realizada bajo la consigna del Dogma 95. En el festejo del 60vo. cumpleaños de un patriarca, empresario reconocido, el hijo mayor de la familia, al realizar un brindis, denuncia los abusos a los que su padre lo ha sometido en la infancia.

Lo que se desata a continuación tiene que ver con las distintas posiciones que pueden tomarse ante los secretos develados.

La complicidad de la madre, la historia que precede al padre, los síntomas de su hijo, el suicidio de su hermana.

Quienes se espantan, quienes se liberan por castrar a un padre incuestionable, quienes prefieren que nunca se hubiese dicho.

Los síntomas del silencio están a la vista, el sufrimiento por el encubrimiento está a la vista. No es posible dudar, la angustia que rodea a los personajes nos acerca a una verdad por fin develada, lo que no implica el fin del sufrimiento, pero sí la posibilidad de que algo pueda interrumpir un círculo siniestro.

La próxima película es Lolita, 1997. La película está basada en el libro homónimo, y puede que ambos se entremezclen en este escrito.

Humbert el protagonista es quien relata la historia, es, sin lugar a dudas, un pelófilo. Es profesor, ya ha sido despedido de su empleo anterior, pero por supuesto, no se ha iniciado ninguna causa judicial.

Así llega a la casa de Lolita, una niña de 12 años, y termina casándose con su madre, a fin de estar cerca de ella.

Humbert relata su historia de amor. Cómo esta niña empieza a seducirlo, a enamorarlo a su pesar. Esta lucha interna entre lo que desea y lo que sabe que socialmente es incorrecto logra conmover al espectador, logra que incluso el espectador se identifique con él.

Lo siniestro de identificarse con un pedófilo a través de su relato, de odiar a una niña interesada y presumida, que parece tener poder sobre el adulto. Que incluso puede tenerlo. Poder que la lleva a conseguir regalos. 

No nos equivoquemos, Lolita es seductora, Lolita consigue regalos, es una niña. Humbert ha matado a su madre, y termina siendo su padrastro. Su protector y quien abusa de ella.

Lolita puede conseguir cosas, pero no puede conseguir su libertad y el respeto que merece, Lolita depende de ese adulto y quiere escapar de él, pero también es la única persona que le queda en el mundo.

No sabemos que estragos produce las situaciones a la que fue sometida. La obra nos muestra cómo un adulto seductor justifica su accionar con una historia de amor fantástica, que se cuenta y nos cuenta con detalles hasta el punto de resultarnos casi agradable.

La última película que quiero nombrar es Belleza Americana, 1999. En esta película no hay un abuso, justamente elijo este film por lo mismo.

El aburrido, apático y olvidable Lester también relata la historia. Se ve atraído por una amiga de su hija, Angela, una porrista, seductora, hermosa, supuestamente promiscua.

Lester no puede parar de fantasear con ella, y es a raíz de este deseo que empieza a cambiar toda su vida.

La película es una crítica al sistema americano, a su exitismo, a su afán de tener cosas. Pero Lester empieza a cambiar su vida y la de su familia, por el deseo que irrumpe sorpresivamente al ver a esta adolescente.

El film nos muestra a Angela desfachatada, yendo siempre un poco más allá de sus límites, siempre buscando la popularidad, yendo tras la miradas de sus pares cómo la más linda, la más experimentada, la más intrépida. En definitiva nos trae a una muy posible adolescente.

Lester abandona sus responsabilidades, busca placer queriendo retomar desde su propia juventud. Espera el momento en que pueda acceder sexualmente a la porrista, amiga de su hija. El límite es que la adolescente acceda, no es un violador, él quiere que la adolescente lo desee, que acceda, eso le devolvería su potencialidad, su juventud.

Y llega el momento, hasta ahí Angela parece tener todo el poder en la relación, lo seduce todo el tiempo provocándolo hasta el límite. Avanza y se retira. Ahora Angela sucumbe, no ante la posibilidad de que el papá de su amiga la mire, sino que se ve seducida por el adulto en el Lester se transformó.

Cuando van, finalmente a tener sexo Angela dice que es virgen. Y por primera vez Lester cae en la adultez, por primera vez Lester se da cuenta que lo que para Angela puede ser una experimentación, un juego, una diversión, para él aún con “consentimiento” es un acto por el  que debería responder. Por primera vez Lester empieza a responder por sus elecciones, y se detiene. No con una lucha interna feroz, se detiene porque ve a Angela con ternura, cómo lo que es.

La síntesis de este escrito es llegar al punto dónde, a diferencia de otras épocas, hoy hay un ámbito jurídico y social que protege a los niños y a los adolescentes.

Una terapia se desarrolla en el uno a uno. Nos encontramos aún con fantasías que recubren el encuentro de la sexualidad en la infancia, que siempre es traumática. Nos encontramos también con abusos reales en el día a día de los que sí se habla. 

Lo que cada historia devenga no podemos anticiparlo, los analistas no somos jueces ni verdugos, pero nunca podemos subestimar o retroceder ante una verdad develada. Hace más estragos hacernos los tontos frente a ello y hacer cómo que nada pasa, o pretender que un desarrollo de verdad no tenga consecuencias.


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