La violencia ejercida por los “ciberbullies” consiste en escribir comentarios ofensivos en las publicaciones de un usuario de las redes de manera constante, en subir a la nube fotos comprometedoras, divulgar rumores que dañen la imagen de la persona en foros y comunidades online, y hasta en hackear cuentas en redes sociales y hacerse pasar por esa persona para difamarla.
El gran obstáculo para contrarrestar esta situación es que aquellos que usan las redes para acosar a otros lo hacen de manera totalmente anónima. “El anonimato y la distancia entre acosador y víctima sirven de escudo y esto hace que los hostigadores no vean tan claramente las consecuencias que pueden provocar; es decir, no hay una percepción directa e inmediata del daño ocasionado”, explica la psicóloga Romina Maresca. Esto impide que las autoridades puedan tomar medidas, ya que se utilizan cuentas falsas o se usa el “spaming” para enviar mensajes de forma automática y desde múltiples cuentas.
Otro de los problemas es que, a diferencia del ciberacoso, el ciberbullying es el hostigamiento entre menores. Según una investigación que realizó el Observatorio Internacional de la Violencia Escolar de la UCA en 2011, el 19 por ciento de los menores de entre 9 y 17 años en Mendoza dijo haber sido hostigado mediante Internet o celulares. El 11 por ciento admitió usar las redes sociales para perjudicar a alguien.
En general los padres no están al tanto de lo que sus hijos hacen en las redes y por eso es difícil asistir a un damnificado. “Hay que tener en cuenta que el acoso no suele ser visible para las personas adultas, por eso es necesario tomar medidas preventivas inmediatas, aunque este no se haya podido comprobar”, subraya la psicóloga Adriana Muñoz. Según la licenciada Maresca, el hecho de que un adolescente pueda abrirse con su familia puede ayudar a alivianar la carga y hacer que se sienta apoyado para afrontar su situación.
Los efectos de estos actos pueden llevar incluso a la muerte. Un ejemplo es el caso de Amanda Todd, una chica canadiense de 15 años que se suicidó como consecuencia del hostigamiento en las redes por un sexcasting que circulaba en Internet. Cambios en el estado anímico, aislamiento, tristeza y depresión son algunos de los síntomas que puede presentar alguien que es atormentado. Maresca indica que este tipo de maltratos afecta mucho a los adolescentes ya que es una etapa en la que los jóvenes dependen de sus compañeros para el desarrollo. “Como todo es gratis, muchas personas resuelven sus conflictos diarios a través de la degradación de otras personas. Es lamentable pero es así”, expresa Belén Lucius, ícono de Instagram en Argentina.
Por estas razones, los especialistas recomiendan no hacer caso ni responder a las agresiones, guardar evidencia de los maltratos, no dar información personal al “ciberbully” y siempre buscar ayuda dentro de la familia.
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