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Diagnósticos Escolares y Subjetividad

 

Son un tema recurrente las solicitudes diagnósticas desde las escuelas. Pedidos de informes sobre alguna problemática que se revela en el aula a partir de dificultades en el rendimiento académico o por problemas de conducta. Lo cierto es que muchas veces, los profesionales “Psi” nos oponemos a una rápida categorización que no tenga en cuenta las complejidades de la infancia hoy, de los vínculos en el aula, de las familias… y podríamos seguir. Sin embargo, también es cierto que a veces son necesarios –incluso desde cuestiones administrativas-. ¿Entonces?

Martín[i] es derivado desde la escuela por bajo rendimiento académico y problemas vinculares. La primera observación para leer el cuadro es que el acento estaba puesto en este segundo fenómeno sintomático y, particularmente, respecto a la violencia de sus juegos con sus compañeros. Solicitan un diagnóstico para realizar el pedido de maestro integrador.

En nuestros primeros encuentros, se aviene a jugar conmigo, me invita rápidamente… ¡Bien! ¿Qué otro modo de acercarse al mundo de un niño –ya que somos nosotros los que debemos acercarnos, si queremos vincularnos- mejor que sus juegos?

En primera instancia, aparece un juego que se torna bastante repetitivo –no condice con la edad- sobre personajes que luchan entre sí. Los personajes no tenían mucha importancia en tanto tales, no importaba si era Batman, Kung Fu Panda, Spiderman… la cuestión era que se golpeaban. Sin historias –pese a algunos intentos fallidos de preguntar por cada personaje-. En este punto, se abrieron dos posibilidades. Dado lo observado en estas entrevistas iniciales, continuar con las pruebas de rigor, en la vía de concluir el diagnóstico solicitado. Esta sería la primera posibilidad. Segunda: dada la expectativa con la que se predisponía al juego, valía suponer que había algo importante que estaba sucediendo, más allá de la instancia diagnóstica en sí. Decido esperar y así se lo hago saber al equipo de la escuela, que estuvo de acuerdo.

Entonces, un día, merced a una pregunta entre otras, algo ocurre. Si bien ya había indagado acerca de los personajes en juego, aún quedaba la cuestión vincular. Le pregunto ¿por qué le pega –personaje X a personaje Y? ¡Ah! Porque le sacó algo. Y así, casi sin querer, la trama se va armando ¡Empezó el cuento! Érase una vez, en que Y le sacó algo a X.

Se cree, a veces, que los psicoanalistas seríamos algo así como especialistas de la pregunta y no, no toda pregunta llega a destino. Hay una dirección, que se va marcando por el interés del paciente, pero no mucho más al principio. Muchas veces lanzamos la pregunta y constatamos que fue acertada porque produce algún efecto en lo que ocurre en la sesión. En este caso… surge un nuevo material –y sobre un nuevo soporte, además: el dibujo.

A partir de estos dibujos, empieza a desarrollarse una trama que va ganando en complejidad y con una calidad que no condice con lo que había observado en un principio en sus cuadernos escolares. A partir de sus trazos, surgen temores, pasiones, enojos… y se va dibujando una pregunta por el deseo[ii].

Entonces, ¿“diagnóstico sí” o “diagnóstico no”? Propongo que es mejor tomar este recorrido como una forma de salirse de esa oposición. En todo caso, mejor sería decir: que no sea sin la palabra del niño y vale detenernos a meditar acerca de qué entendemos por palabra, ya que se vio que no se trata de ponerlo a hablar de cualquier forma ni es equivalente a las preguntas-respuestas reguladas por un test.

Luego de este recorrido, que continuó, comenzaron a verse avances en lo académico –uniendo el tratamiento con el trabajo del equipo escolar que acompañó desde su lugar-, tales que fue necesario repensar la estrategia escolar y el diagnóstico como tal perdió importancia.

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[i] No se trata de un caso real, tampoco es pura ficción literaria. Siguiendo una propuesta de Inés Sotelo: esta será una ficción a partir de elementos que hacen a un caso real.

[ii] Cuando hablamos de la pregunta por el deseo, tenemos en cuenta los elementos que dan lugar a esa interrogación dentro del relato de quien nos habla como analistas. Asimismo, no se trata de ubicar “qué es lo que quiere” tal persona, sino de una interrogación que implica el lazo con otro. Siguiendo con el ejemplo, podríamos imaginar el siguiente escenario: X se podría preguntar qué valor tendrá eso que Y le sacó, qué valor tendrá para Y. O también, qué valor tendrá para X, ya que busca recuperarlo y como lo afecta haberlo perdido.

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