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La Dependencia Emocional

“¿Y qué pasa cuando hay amor?”

 

 ¿Lo necesario?

Muchas veces escuchamos frases tales como “Necesito tener a alguien a quien amar para ser feliz” o “Que bien que se te ve ahora, te sienta bien estar enamorada”.

Ahora bien, esta queja y este cumplido neurótico, se basan en la creencia de que la pareja es lo mismo que el amor. Y no solo eso, sino que también, se entrevé que pareciera que el amor o la pareja traen solo felicidad a nuestras vidas.

No solo que la pareja no es lo mismo que el amor, sino que también sabemos que uno puede estar en pareja sin amar y por conveniencia, entre otras situaciones.

Pero… ¿Por qué hacemos necesario el amor? Si el amor es plenamente contingente.

Sabemos desde Freud, que uno elige ciertos rasgos por sobre otros, pero el encuentro amoroso, es totalmente azaroso, contingente, y por eso del orden de lo milagroso. Ahora bien, desde Lacan ¿Qué era lo contingente? Lo que no cesa de no inscribirse. El amor, es azar, es plenamente contingente (valga la redundancia) porque no con cada pareja si uno ama, ama de la misma manera, y aún con la misma pareja uno ama diferente con el correr de los días, a veces más, a veces menos, a veces uno no se acuerda de amar con tantas obligaciones. Entonces estamos no cesando de amar nunca, y eso no se puede inscribir porque siempre se inscribiría distinto.

Pero no dejamos de lado esa necesidad neurótica, se pretende, pretendemos, que el amor no cese… pero de escribirse. Esa es la definición de “lo necesario” que hace Lacan. ¿Y por qué pasa esto? Porque se maneja al amor con la lógica del tener/ser: “Sos mía/o” “Qué bueno que te tengo”.

El amor no se tiene, no se es, se produce en acto, cada vez, con cada persona. Y esto me permite hacer analogía con el análisis y el lugar de analista.

Según Lombardi Gabriel, para que haya un análisis, tiene que haber una “destitución subjetiva” por parte del analista. ¿Qué es la destitución subjetiva? Es lo que nos permite ser por fuera de los títulos y de las insignias, pero lo fundamental es ¡¡Que se produce en acto!! Cada vez, con cada persona. El autor va a decir que esto es esencial para alojar al sujeto en la cura, y digo yo ¿Por qué no para alojar el amor?

La destitución subjetiva también, es resignar la posición de sujeto pero sin aniquilarse como ser hablante o deseante. Y esta, es una frase que también me recuerda al amor.

El amor suele ser bastante egoísta, o al menos esa es la versión neurótica del amor. Uno se queja porque no se lo ama, pero ¿Es que no se lo ama o no se lo ama como uno querría que lo amen? ¿Es que no se lo ama o que uno no tolera no ser el “centro del universo” (como se dice popularmente) del otro?

Esto me da pie para hablar del amor y la castración.

 

Amor y castración

Cuando los neuróticos, se quejan y se quejan y se quejan de que no les dan esto, no les dan lo otro, no les dan… Amor. Básicamente, están demandando volver a ser cómo antes, el falo de la madre, que en realidad nunca lo fueron, pero ésta es la posición neurótica por excelencia, la del reclamo de que lo sigan amando como si fuera el centro del mundo.

Es algo verdaderamente obstaculizante si uno pretende coincidir, llevarse bien con otra persona, porque no sólo que la otra persona se vuelve objeto de las demandas de uno, sino que tampoco le estamos dando lugar a la alteridad de aquel, dándose un amor enteramente imaginario, un plano en el que prima la agresividad del tipo “el o yo”. Se daría así un amor completamente narcisista en donde existirían el amor más pleno y absoluto o el odio más radical.

Ahora bien, en el amor se incluye la castración que, esencialmente es tomar al otro en la dimensión de otro. No es obligar al otro a hacer lo que hace uno, a ver lo que mira uno, o a pensar cómo piensa uno, sino que se trataría de ver distintas cosas juntos, de pensar como cada quien y discutirlos juntos, de hacer cosas juntos aunque no sean lo mismo. Hablo nada más y nada menos que de dejar surgir al otro, no acoplarlo a uno, sino aceptarlo con sus faltas. Y eso es posible, si se acepta la castración.

Con esto, vuelvo a algo que dije anteriormente sobre la destitución subjetiva, que trataba de resignar la posición de sujeto sin por ello aniquilarse como ser hablante o deseante. Había mencionado que ésta frase me recordaba al amor, porque claro: es resignar un poquito el narcisismo de uno para dejar surgir al otro, y no por eso uno tiene que perder la capacidad de amar o desear.

Hay una frase, muy conocida del Antoine de Saint-Exúpery que resume y aclara esto que, con muchas palabras quise explicar:

“Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección”.

 

Para finalizar

Con el presente artículo, se podría llegar a verificar la importancia fundamental de tomar al otro en calidad de otro, en su alteridad. El amor sin reconocer al otro, es plenamente imaginario y no sería realmente amor, sería extendernos naricisísticamente a amarnos a nosotros mismos (ya que estaríamos obligando a otra persona a ser como uno mismo, o como nos gustaría que fuera).

Estaría admitiendo la importancia de aceptar la falta, aceptar que la otra persona no es alguien que debe completarnos, sino alguien que nos puede llegar a acompañar. Aceptar su compañía, sus faltas y las faltas propias puede hacer todo más llevadero y armónico.

Reconocer al otro en su alteridad, es conceder la posibilidad de mirar hacia un futuro juntos, parafraseando la frase de Antoine de Saint-Exúpery.

Por otro lado, aceptar lo maravilloso, lo único de las contingencias amorosas, sería dejar de darle al amor el estatuto de aire (el cual necesitamos para vivir), el estatuto de eso que una vez que llega va a instalar la felicidad eterna. No dejaría de concluir, a mi parecer, que el amor sería en acto. No como algo que llega para siempre, sino algo que se puede ir construyendo entre dos o más personas, cada día, cada vez, ante cada situación…

  

 


 

Bibliografía consultada
  • De Saint-Exupery, A. (1969). Tierra de hombres. Buenos Aires: troquel.
  • García Dupont, E. “Hacía una ética del deseo y la diferencia”.
  • Lacan, J. (1958). El seminario. Libro 4: La relación de objeto. Buenos Aires: Paidos.
  • Lacan, J. (1972-1973). El seminario. Libro 20: Aún. Buenos Aires:. Paidos.
  • Lombardi, G. (2009). Rectificación y destitución del sujeto. En Revista AUN (Foro Analítico del Rio de la Plata), N°1, Buenos Aires, pp. 29-44.

Comentarios:

Mariangeles

10 de noviembre del 2017

.....dejar surgir al otro, no acoplarlo a uno, sino aceptarlo con sus faltas. Y eso es posible, si se acepta la castración...????

Silvia Marcela De Vries

10 de noviembre del 2017

Para pensar y reflexionar en lo que sentimos, lo que sienten por nosotros, lo hacemos por los que amamos... Excelente

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