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El Malestar - Problema Mal Planteado

 

El neurótico, es un sujeto que padece. Pero más sufre dadas las dificultades en resolver de lo que padece.

En el centro del sufrimiento, se encuentra su división. Y es que alrededor de esta división es donde se constituye un circulo vicioso en pos de intentar resolver lo que lo divide. Pero estas aparentes soluciones no hacen más que arribar al mismo punto de partida, es decir, la división de la cual se intenta huir/solucionar. Estas soluciones corto-circuito, suelen tener las mismas coordenadas y guion; cuyas variaciones no suelen ser más que pequeñas diferencias, tales como: cambios de los personajes involucrados, del contexto, etc. Finalmente no siendo más que un más/menos que pivotea en un carrusel de querella con el semejante y, sobretodo, con lo familiar, y por ahí va hacia…¡Resultados idénticos!, girando siempre en el mismo carrusel sin poder, nunca, agarrar la sortija. Es allí donde culmina eso que no cesa de producirse. ¿Y es que acaso la promesa de la sortija es aquello que mantiene al carrusel girando?

Finalmente, al neurótico le sucede de todo, que finalmente no es sino más de lo mismo. Vive como un huésped indeseado en su propia casa con todo tipo de visitas molestas: el cansancio que le prepara el desayuno, un síntoma ( o varios!) deambulando todas las tardes por las paredes, la angustia que toca timbre a cada rato, inhibiciones que lo acechan en los rincones… Y la listas de cotidianas desgracias y malos tragos en su mejor momento. ¡Alcanzarían para organizar una generosa subasta de mala leche si la hubiese!

De ahí puede suceder que aparezca una pregunta en el fatigado sujeto. Cuyo resultado, de preguntarse, podría ser el inicio de un peregrinaje menos errante hacía una solución más cómoda: ¿qué tengo que ver con todo el mal que me sucede?

Y si tiene suerte con esta pregunta logrará ir saliendo de la queja, que lo cristaliza en un estado entre víctima y victimario de sí mismo. Logrando decidir renunciar a continuar eligiendo padecer para no elegir, manteniendo la supuesta ignorancia” de su posición. En fin, reubicarse frente al discurso del ¨me hacen¨ para localizar su posición en el partido que está jugado: corriéndose de jugar en el lodo embarrándose por medio a pisar la pelota y tomar la decisión de patearla para el arco contrario. Y es que, a fin de cuentas, la cuestión radica en que su posición ya define el partido ántes de que el mismo siquiera comience.

Este cambio de posición, vale aclarar, no es como soplar y hacer botella. No es simple. Implica una responsabilización. La cual no es sinónimo de culpabilizarse, sino de dejar de desentenderse del partido para reconocer que su resultado finalmente depende de uno mismo como jugador.

A estas alturas, y si todo marcha bien, estará claro que el malestar es un error de apreciación del orden de cómo suceden las cosas. Un error en el planteamiento del problema. Y que su solución finalmente no es sino un cambio de perspectiva. Lo cual no es simple, pero tampoco imposible.

AutoraÉrica Raquel Rocha de Oliveira/ Psicoanalista

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