Hoy en día se escucha hablar sobre la ansiedad casi en todos lados, programas de tv, la escuela, la oficina, la facultad y en la casa de la tía… y así la lista se torna interminable.

La ansiedad es un concepto que utilizamos para describirnos en diferentes situaciones en las cuales nos podemos sentir evaluados, observados, ante situaciones que representan un peligro real o imaginario. La mayoría de las personas piensan a la ansiedad como un acontecimiento puramente psicológico, pero lo cierto es que ello es solo una parte.

La ansiedad como respuesta emocional y adaptativa de la especie humana está estrechamente relacionada con el mecanismo del  stress.

El stress es un mecanismo fisiológico, adaptativo, defensivo y arcaico…

El humano primitivo estaba expuesto a un sinfín de estresores durante la vida, pensemos que el hombre de la antigüedad no disponía de los recursos de la actualidad. Obligado a conseguir su alimento día a día para garantizar su subsistencia, expuesto a depredadores y a un clima hostil. Imaginemos que durante su jornada este hombre es sorprendido por un depredador, inmediatamente surge en él una respuesta psicológica que es la representación de un peligro real, la cual no emerge de la nada sino que es producto de su experiencia vital de acontecimientos guardados en su memoria de experiencias subjetivas de peligro y luego viene la respuesta fisiología en su cuerpo, el corazón se acelera bombeando sangre y oxigeno a los pulmones que faciliten una máxima oxigenación preparándolo para la fuga o la pelea, los sentidos se agudizan para escuchar y ver mejor, la piel se eriza para que el bello que cubre su cuerpo se eleve dando la impresión de mayor volumen y así intimidar a su adversario, la piel palidece porque el organismo concentra la mayor cantidad de sangre en los órganos vitales, grandes cantidades de glucosa y sangre van hacia la musculatura de los miembros inferiores y superiores preparando el cuerpo para la batalla.

Este mecanismo psíquico-fisiologioco era muy efectivo para el hombre de las cavernas…

Pero pensemos en el hombre moderno el cual dispone de un sinfín de recursos para hacer su vida más tranquila o por lo menos no enfrentar situaciones de vida o muerte todos los días.

Las situaciones aversivas son una constante en nuestra vida diaria, por ejemplo; estudiar para un examen, ser aceptado por un grupo de pares, mantener el empleo o conseguir un mejor puesto en la oficina, tener un mejor auto, una casa más grande y así la lista puede continuar.

Ahora ¿Cómo procesamos psíquicamente estos desafíos a los cuales la sociedad de consumo en la cual estamos insertos no expone? De la misma manera que el hombre antiguo, solo que para nosotros este mecanismo defensivo es totalmente ineficaz. Es ineficaz porque en lugar de mantenernos en un estado de salud no hace enfermar…

De la siguiente manera: se presenta una situación que es percibida como un desafío (stresor) “debo esforzarme al máximo para conseguir un ascenso en la oficina”. El individuo piensa que ese ascenso le dará reconocimiento, elevara su estatus social y por supuesto mayores beneficios económicos. Pero el sujeto no está solo en esta misión sino que hay otros como él que parten de la misma premisa y serán sus competidores/depredadores en esta jungla de civilización.

El sujeto percibe como un peligro real la posibilidad de no llegar a la meta deseada, esto activa todas las estructuras cerebrales (corteza cerebral, sistema límbico, hipotálamo, tanto en la vía nerviosa como en la vía hormonal o endocrina “hipófisis” y el sistema inmune) que activan lo que se conoce como sistema de miedo. Esto produce una respuesta emocional elevando los niveles de ansiedad y activando la respuesta de stress, la cuestión es que la respuesta de stress solo es efectiva para situaciones específicas como la huida o la pelea, por lo tanto es una respuesta automática de una duración determinada.

 ¿Qué es lo que sucede con nuestro hombre moderno? Los pensamientos que se imponen en relación a su problemática cotidiana activan una respuesta emocional elevando los niveles de ansiedad y esto a su vez activas la respuesta de estrés en un círculo vicioso sin fin. Este acontecimiento psíquico-fisiológico causa una desregulación en el organismo a niveles hormonales y del sistema inmunológico. El cuerpo enferma consecuencia de una baja pronunciada de sus defensas, el sistema atencional se satura generando un estado de embotamiento afectivo, la química del cerebro se altera llevando a cuadros muy graves como los trastornos de ansiedad y depresión que son de una alta prevalencia en el mundo actual. 

La complejidad de estos constructos merece una explicación técnica más profunda pero el objetivo de este artículo es poder brindar al lector no experto una idea del origen y el funcionamiento en la vida real de la ansiedad y el stress.