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Angustia de Domingo y Cuarentena



Hace unos días leí un tweet que decía algo así como, ¨en tiempos de cuarentena ya no nos quejamos de la angustia del domingo¨.

Esto disparó una primera reflexión, si la mencionada ¨angustia del domingo¨ no aparece en estos tiempos un instante a cada rato de cada uno de los días de tanto encierro.

La angustia del domingo aparece en un punto muerto, se juega en el límite entre lo que fue y lo que vendrá. E inevitablemente en ese presente, que se escurre, y solo se mide por la angustia que ocupa el espacio.

Un péndulo entre el pasado y el futuro, que nos atraviesa justo en el punto medio, pero que al instante desaparece, se borra, y se escurre como agua entre las manos.

En el pasado, aquello que hicimos con nuestro tiempo ¨libre¨. Un tiempo que llenamos de deberes, diferentes a los deberes de la rutina, o a espacios lúdicos que nos permiten dejar de ser productivistas.

Ese pasado dónde nos planteamos cuántas cosas que teníamos ganas dejamos de hacer. Teníamos ganas realmente?, Tendrán relación con el deseo, o solo son meros anhelos que pierden fuerza antes de iniciarlos.

El futuro, que cargamos de rutinas, que muchas veces odiamos, pero que nos garantizan un mañana que, hoy más que nunca, sabemos que no está garantizado.

En el medio del péndulo, en el mismo punto dónde, cuando llega, se pierde, ahí la angustia aparece, ahí apunta directamente al ser. Ese ser desprovisto de las vestidura que constantemente le agregamos para soportar su soledad y su vacío.

Las consignas de cómo llenar los espacios, no dejando librado nada al azar, para evitar así un encuentro con la soledad y con el aburrimiento. No perder el tiempo, como si hubiera una posibilidad de que no transcurra, de una u otra manera. Como si el tiempo fuera algo que se puede perder o ganar.

En la cuarentena es posible que la angustia aparezca muchas veces, muchos días, la apuesta es atravesarla, desprendernos de las vestiduras impuestas, y salir, no totalmente desnudos, pero con algunas ropas elegidas.

Algunos preguntan si es posible continuar con sus terapias a través de las posibilidades que las redes sociales nos dan. Descubro que, después de una primera incomodidad las sesiones transcurren a través del discurso, y olvidamos la modificación del dispositivo. Pero como cada tratamiento, no podemos dejar de lado que esta decisión es uno por uno; caso por caso.

Este tiempo de cuarentena nos hace pregunta, y nos invita a encontrar salidas nuevas, crear nuevas respuestas, nuevas formas, y atraviesa también nuestra terapia.


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