«A las personas no les perturban las cosas que les pasan sino la percepción que tienen de las cosas que les pasan».
Esta idea desarrollada por el filósofo de la escuela estoica Epicteto, resume uno de los postulados fundamentales sobre los que se basa la Psicología Cognitiva: entre las situaciones vividas y como reaccionamos a ellas se interponen variables cognitivas, es decir, pensamientos que son los que le dan forma y significado a lo ocurrido.
Esta corriente sostiene que nuestras experiencias emocionales, la forma en la que nos sentimos, no dependen necesariamente de las situaciones que las desencadenan sino de la valoración que realizamos de ellas. Sin embargo, aunque nuestra vida emocional está íntimamente ligada al perfil discursivo con el que leemos nuestra experiencia, solemos no ser conscientes de este diálogo.
En este sentido, la Terapia Cognitiva busca aumentar nuestra capacidad de introspección y profundizar en la experiencia consciente para conocer nuestro modo de interpretar las diversas situaciones que configuran nuestra vida.
Cuando procesamos información, es decir, cuando interpretamos, muchas veces producimos sesgos negativos (distorsiones cognitivas) que pueden conducirnos a un malestar significativo.
Las personas que manifiestan sentirse deprimidas, por ejemplo, creen que son las culpables de los acontecimientos adversos que experimentan, por lo que refieren una autoestima muy socavada; piensan que las situaciones negativas durarán para siempre, volviéndose el futuro muy desesperanzador y suelen generalizar el resultado de situaciones puntuales difíciles al resto de las circunstancias de la vida.
Contrariamente, quienes no sufren de depresión tienden a creer que las situaciones negativas son pasajeras, puntuales y desencadenadas por factores que escapan a su control.
Es evidente que estas dos diferentes interpretaciones conllevan consecuencias diversas.
Es importante destacar que si bien esta psicología se centra en la influencia que tienen los patrones de pensamiento en el malestar subjetivo, también advierte la existencia de etiologías complejas que implican no sólo la interacción de variables cognitivas sino también biológicas, sociales e interpersonales y diferentes perspectivas potencialmente útiles para su tratamiento.
Antes de terminar esta breve descripción, el aspecto fundamental de la psicoterapia es que se refleje un cambio en el modo de sentir y de posicionarse, buscando que las personas se apropien de las herramientas necesarias para generalizar esta visión en la vida cotidiana. Es por esto que la mayor parte del quehacer terapéutico está orientado a trabajar problemas específicos o cuestiones de la vida actual. Esta decisión permite explorar nuestras creencias, deconstruir ideas y elaborar formas de afrontamiento más saludables de las situaciones actuales, al mismo tiempo que ayuda a resignificar el impacto de las experiencias pasadas.
Por último, si decidís iniciar una psicoterapia cognitiva, tenés que saber que el conocimiento de la historia de tu vida será relevante en el curso del tratamiento porque ayudará a entender el significado propio y singular del malestar actual. Sin embargo la toma de consciencia propia de este análisis instrospectivo necesita ser completada con la acción a través de prácticas concretas para generar cambios y serán tus expectativas en acuerdo con las herramientas de la/el psicólogx las que los guiarán.
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