Hay un postulado cognitivo que expresa que nuestras creencias determinan nuestras emociones y nuestras conductas. Pero, ¿cómo funciona esto? Nada mejor que un ejemplo para explicarlo y comprenderlo.
Tomemos una situación:
Una mujer camina por la calle y de pronto ve a su marido seduciendo a otra mujer. Analicemos qué ocurre ante diferentes creencias de la esposa con tres ejemplos:
1.-ESPOSA DE PAREJA MONÓGAMA
Creencias de la mujer:
Ella cree en la fidelidad sexual, en que su marido es solo para ella, que amarla es que él es su propiedad y ella la de él, que él solo la ama a ella, como prometió al casarse y ella siempre soñó.
Emoción que la invade:
Cuando ve a su marido hablando con otra mujer se dispara su ansiedad, sus peores miedos, sus mayores angustias, le palpita el corazón, transpira, le falta el aire.
Conducta que se desprende:
Huye desesperada, no sabiendo qué hacer con su vida.
2. ESPOSA DE PAREJA SWINGER
Creencias de la mujer:
A ella la excita el sexo con otras mujeres, los tríos de dos mujeres y un hombre. Cree que el sexo es para divertirse y le interesan las aventuras sexuales.
Emoción que la invade:
Cuando ve a su marido seduciendo a otra mujer se llena de excitación positiva, se excita por todo lo bueno que se imagina que ha de venir.
Conducta que se desprende:
Se acerca entusiasmada a sumarse a la aventura sexual por venir.
3.- ESPOSA DE UN HAREM
Creencias de la mujer:
Ella es una más entre muchas mujeres de su marido que es un jeque árabe con un harem de cuarenta esposas, no cree ser nada especial para su marido ni deposita sus expectativas en su relación con él. La han elegido para ser su esposa, una más, como otras tantas.
Emoción que la invade:
Cuando ve a su marido hablando con otra mujer, no siente nada. Sólo entiende que otra más se sumará al harem, nada de esto cambia su vida.
Conducta que se desprende:
No la afecta y sigue caminando como si nada, porque su vida no va a cambiar.
Aquí puede verse como tres creencias diferentes van a determinar tres emociones y conductas diferentes a partir de la creencia que tengamos. Por lo tanto, como queda graficado, si modificamos nuestras creencias, van a modificarse nuestras emociones y nuestras conductas.
Recuerdo también un paciente que se sentía deprimido y “muy poca cosa” porque la mujer lo había abandonado por alguien que él pensaba que no valía nada, lo que lo hacía pensar:
“¡Qué mal estaré yo para que me haya dejado por esa persona que es un desastre!”
Luego de un trabajo terapéutico, vimos que en realidad la que estaba mal era ella. Y él se sintió bien con esta resignificación de su vida. Concluyó:
¡Qué mal estaría mi mujer para que me haya dejado por esa persona que es un desastre!”
De hecho, él reconstruyó su vida felizmente y la ex mujer terminó separándose, otra vez, a la brevedad, de su nueva pareja.
Nuevamente, en este ejemplo, el hecho fue el mismo (la mujer lo abandonó) pero un pensamiento lo hacía sentir deprimido y otro lo hizo sentirse valioso. Solamente tuvo que ver las cosas desde otro punto de vista, cambiar ese pensamiento disfuncional y falso y llegó el bienestar psíquico y en su vida.
A veces, darnos cuenta de que no estamos mal, sino que estamos pensando de manera inadecuada, de eso se trata, entre otras cosas, el objetivo de una buena terapia. Cambiar la manera de cómo vemos las cosas y, a partir de allí, lograr sentirnos bien.
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