¿Estoy solo/a o me siento solo/a?
No es lo mismo estar solo que sentirse solo. Tampoco tener muchos amigos es lo mismo que no estar solo. Es la intensidad y satisfacción en la relación emocional con otra persona lo que cuenta, incluso más que tener cien relaciones superficiales con los otros.
¿Qué entendemos por soledad?
Al sentimiento prolongado, desagradable, involuntario, de no estar relacionado significativamente o de manera próxima con alguien. Se trata de una apreciación subjetiva, es decir que la persona se siente sola.
Puede surgir de deficiencias percibidas en relaciones actuales íntimas, o derivar de las dificultades en la historia de los vínculos tempranos.
Dos causas principales
Ambas causas interactúan, la dificultad para estar solo como las dificultades para relacionarse con los otros, forman parte de los aspectos centrales de la soledad.
La falta de capacidad para estar solo toma dos formas: La evitación de la soledad y el refugio en la soledad.
La gente sola tiene escasa capacidad para estar sola, de hecho temen estarlo. La situación displacentera creada los conduce a buscar contactos sociales para salir de ese estado, pero la desesperación los lleva a implicarse en relaciones inapropiadas que, cuando fracasan, acentúan el sentimiento de soledad. Generan relaciones de dependencia patológica como en el caso de la búsqueda desenfrenada de una pareja.
Por otro lado, ciertas personas se refugian en la soledad como estrategia para la protección frente a rechazos sociales reales o imaginados. Evitan, de este modo, ataques potenciales a su autoestima, aunque esto sirva para perpetuar su soledad y, a fuerza de repetición, se transforme en un rasgo de personalidad.
¿Cómo se perciben y se sienten?
Las personas que se sienten solas se autoatribuyen las causas y se describen como tímidas. Piensan todo el tiempo “cómo me ven”, “qué les parezco”, “se notará que…”. Se perciben como fallando sistemáticamente en los contactos sociales, no pudiendo disfrutar de los encuentros y aún sufriendo. En la interacción con otros, no se dirigen a los demás, no le preguntan ni hacen comentarios sobre los otros. Les resulta difícil sostener una conversación o resolver los silencios.
La persona sola no sabe que decir ni cuándo hacerlo y esta actitud se entiende como falta de interés o compromiso. Sufren de una autoestima baja, percepción negativa del propio cuerpo, de la sexualidad, de la salud y la apariencia. La percepción de la situación es pesimista, centrada en fallas personales propias.
¿Cómo se expresa?
La soledad se expresa también en experiencias de desencuentro, de incomprensión o de distanciamiento con otros, por ejemplo con un pariente, con un amigo, con la pareja, en relación a una diferencia de ideas, sintiéndonos en un contexto que no nos encontramos contenidos. Aparece ligada a la experiencia de pérdida, de muerte, cuando perdemos a otro ser humano querido.
Uno siente que perdió no sólo a quien amaba sino alguien por quien era amado y para quien era significativo. La desaparición de los padres para un adulto por ejemplo, evoca el sentimiento de ausencia y soledad de la figura de apego. Se experimenta como “alguien para quien yo era importante”, “alguien que se preocupaba por mi”. Se reduce nuestra capacidad de disfrutar, de tomar decisiones y compartir.
¿Cómo se manifiesta?
En la clínica psicológica, la soledad se manifiesta bajo múltiples ropajes, en los trastornos de ansiedad, depresión, ataques de pánico y patologías sociales.
¿Cómo podemos afrontarla?
El reconocimiento de la condición de estar solo es una primera aproximación a la posibilidad de afrontar la soledad.
Por temor al estigma social, la gente puede negar su condición, al punto de no sentir la soledad y experimentar, en su lugar, una amenaza, desesperación o desasosiego marcado e inexplicable. Con estas conductas se fuerza el contacto con otras personas desde una posición de autodesvalimiento.
En otros casos, el temor al rechazo social conduce a un mayor aislamiento y al deseo de arreglarse solo, sin ayuda, encerrándose, con una fantasía autoprotectora y omnipotente de no necesitar la compañía del otro.
Cuatro estrategias de afrontamiento de la soledad
¿Cómo intervenimos?
La soledad por aislamiento social requiere como solución una estrategia comunitaria, ya que en esa área es donde se produce principalmente el déficit. Destacar el valor de la persona en el grupo social, le provee una identidad pública, una mejoría en su autoestima y un reaseguramiento de su posición en el presente, con mayor autoafirmación.
La soledad por aislamiento emocional requiere una estrategia dirigida al pasado, retrabajando la capacidad de la persona para establecer vínculos afectivos con los demás y, por lo tanto, los patrones básicos de su personalidad o de rasgos de conducta. Se trabaja con una terapia profunda que revise la historia y el desarrollo de vínculos de apego.
Creer que uno controla una situación no siempre ayuda, especialmente cuando los acontecimientos tienen resultados negativos. Se produce una desmoralización que linda con la depresión.
Para aumentar la calidad de las relaciones interpersonales hay que planificar nuestras acciones, ya que las habilidades sociales son un rasgo de conducta que se aprende. Escuchar, pedir ayuda, brindar ayuda, recibir críticas.
Los lazos significativos se construyen y requiere cierta dosis de esfuerzo, de solidaridad, de afecto y reciprocidad para sostenerla.
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