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El Complejo de Edipo

Los dos irrepresentables situados por Freud, muerte y sexualidad, comandan toda construcción mítica, así como también toda teoría sexual infantil y la mayoría de los cuentos de hadas.  Todo mito es un intento de respuesta a preguntas imposibles, tales como: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cómo de dos, nace uno?  Todo mito es mito de origen, puesto que del origen nada puede saberse.  El mito encierra una verdad, que no es fáctica pero sí subjetiva, y ese imposible en el origen es lo que de las infinitas versiones del mito.

El Complejo de Edipo para el psicoanálisis debe distinguirse en este sentido, del mito de Edipo creado por Sófocles y versionado por miles de autores en todo el mundo.

Freud llamó al Edipo “complejo nuclear”, fundamento de la teoría analítica, que se encuentra a cada paso en cualquier desarrollo teórico o intervención clínica.  Basta escuchar a cualquier analizante, para verificar que, de entrada, su discurso siempre se dirige a coordenadas edípicas, funcionando el Edipo como la causa de las desventuras del sujeto.  En este sentido, el Complejo de Edipo y la angustia de castración a él ligada, funcionan como defensa frente a otra angustia: la angustia de indefensión o desamparo (hilflosigkeit).  Es el caso de Hamlet, príncipe de Dinamarca.  Tras la muerte de su padre, Hamlet podría haber ocupado el trono, o viajar a Inglaterra con su novia y amigos, o casarse, o cualquier otra cosa que implique una salida exogámica.  Sin embargo, Hamlet queda tomado por la pasión de la venganza, y entrampado en la trama edípica que el Ghost de su padre viene a reforzar, desata la tragedia que tan magistralmente plasmó la pluma de W. Shakespeare.

Muy tempranamente S. Freud descubre la ligazón amorosa del varoncito hacia su madre y la relación hostil hacia el padreEse Edipo, que hoy no sirve demasiado en la clínica, le sirve no obstante a S. Freud para determinar su concepto de libido y su relación con la sexualidad infantil: S. Freud nos dice que el inconsciente está sexualmente determinado, y el problema surge, en tal caso, en delimitar qué entendemos por sexualidad en psicoanálisis.  No hay para el ser humano instinto ni objeto predeterminado, sólo pulsiones. Por eso S. Freud se cuida de distinguir entre Instinct (instinto) y Trieb (pulsión).    En cambio, el sexo anatómico no determina la posición sexual de alguien, ni su elección de objeto.  Hombre y mujer se hace, no se nace.

En este sentido, el Complejo de Edipo es un intento de darle una lógica al desarreglo estructural de la sexualidad humana.  Designa el proceso de transformación de una sexualidad fálica, única e idéntica para los dos sexos, en dos posiciones subjetivas diferentes: hombre y mujer.

Para J. Lacan, no hay sexualidad preedípica y en sentido estricto, toda sexualidad es “pregenital” o parcial.  No hay objeto total, ni unificación pulsional.  El Complejo de Edipo será para él, una historia novelada que Freud inventó para dar cuenta de la pérdida de goce en el ser humano.

El Edipo freudiano se centra en el hecho de que Edipo “no sabe” que va a matar a su padre y acostarse con su madre.  Se trata de hecho de la articulación imposible de dos goces: el asesinato del padre y el incesto con la madre.  Ya que si el padre está muerto no hay madre de la que gozar, y si se goza de la madre ya no hay padre al que matar.

En el Seminario 5, Lacan postulará tres tiempos lógicos para el Complejo de Edipo, escandidos por la metáfora paterna. 

La metáfora y la metonimia, son modos de producción de sentido por el juego significante que permite el lenguaje.  El Complejo de Edipo representa una metáfora particular que consiste en la sustitución de un significante, el deseo de la madre, por otro significante, el Nombre del Padre.  El efecto de sentido así producido se corresponde con el símbolo fálico.

En la enseñanza de Lacan, el padre se define siempre por su diferencia con el significante del Nombre del Padre.  Que el padre no se ponga en el lugar del significante, como representante de la ley, es una de sus primeras indicaciones.  Fundamentalmente, la función del padre no será representar la ley, sino articular el deseo con la ley.

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