" Acabo de llegar de un viaje a Disney con mi familia y no lo disfruté, no pude despegarme del trabajo, me siento mal, por eso estoy aquí".

Así se presentó en mi consultorio Diego, 37 años, casado, 2 hijos en edad escolar. Alto, grandote (por fuera), impecablemente trajeado, celular en mano, encendido por las dudas, agenda y maletín de cuero por supuesto.

Es director y gerente de área de la empresa de la cual posee parte del paquete accionario.

Estaba realmente angustiado, así que dirigí la entrevista haciendo preguntas.

¿Que le está pasando? 

Me dice que "hago las cosas por inercia, no convencido" "estoy confundido, no sé que hacer, me siento inseguro y tengo que tomar decisiones todos los días". Aclara que antes no era así, que estaba muy ocupado en procurar un ascenso social y económico.

Me dice que hay dentro suyo un "gemelo" que exige acción "tenés que estar a mil" le dice. O sea demostrar capacidad, emprender cosas. Pensar? Estar tranquilo, relajado?NO, eso es ser pasivo, lo que equivale a pérdida de tiempo, no productivo.

Por esta razón está como más "distraído" en la semana que tiene una agenda, que en el fin de semana donde no sabe manejar el tiempo libre "no sé que hacer, como pasarla bien, divertirme" .

Que ocurre en el trabajo? 

Es Superman, o al menos intenta serlo, ya que se mete en otras áreas que no le corresponden porque "siento que tengo que estar yo, porque si no hacen cagadas". Delegar? Que es eso? Nadie sabe nada, "tengo que estar en todo, todos me preguntan a mí, no a mis socios".

Por otro lado, duda permanentemente.

Hábleme de su familia.

"Me cuesta mucho demostrar lo que siento, a mi mujer, a mis padres, no así con mis hijos". En las relaciones sexuales con su esposa refería "no tener suficiente potencia a veces". Y otras veces falta de ganas.

En dos oportunidades planteó que "arranco el día tensionado",comprimido, rígido,"me duele hasta el pelo",  "no descanso bien, por las noches me cuesta dormir y cuando lo logro me despierto muchas veces".

¿Cómo ve la realidad?

La graficaba con la botella de whisky medio vacía. Siempre veía lo que faltaba.

¿Que pensé como psicoanalista? Que el stress hizo estragos. Terminó de desmoronar, desarmar, tambalear el fantasma frágilmente constituido de Diego.

Las presiones externas sumadas a su exigencia interna le producían un estado de tensión inmanejable. Con una sólida estructura obsesiva, se manejó bien adaptado a los requerimientos que la sociedad exige de un "hombre de negocios" . Pura acción, fortaleza, potencia, "estar a mil", en todas partes, controlando todo.

Hoy, su rigidez y falta de adaptación le hacían difícil resolver los desafíos que día a día se le presentaban.

Bajo el disfraz del ejecutivo, que era su armadura, se escondía un chico.

La opresión en el pecho ( angustia ) la transformaba en miedo hipocondríaco y por supuesto, las visitas al clínico y al cardiólogo constituian sus paseos frecuentes. 

Por su necesidad de ser demandado, se sobrecargaba de actividades en el trabajo, no podía delegar, enseñar, capacitar al otro para seguir ocupando el lugar del amo sin darse cuenta que cada vez era más esclavo de sí mismo.

Era su queja y su goce. Estaba más pendiente de la demanda del Otro que de su deseo.

En un punto cierta insatisfacción es necesaria, opera como motor, causa de deseo, factor positivo, lo cual en una época le sirvió; hoy no, ya que es tal la angustia que le produce, que lo invade una sensación de indefensión no operativa.

Y un día se preguntó "que me pasa que no soy dueño de mí, que soy un autómata, que vivo por inercia".

El hecho de hablar y ser escuchado, le abrieron la posibilidad de construir sus propios interrogantes que lo llevaron a un cambio de posición en la vida.