Una suegra llama a su nuera por el nombre equivocado; el de la novia anterior. Un paciente llega quince minutos tarde, echándole la culpa al tránsito o porque salió sin llaves. Un hombre deja su celular con un mensaje abierto que su mujer no podía ver. Un tropiezo mancha el vestido más envidiable de la dama más linda. Por último, un Chavo, golpea accidentalmente con una escoba a un malhumorado y obeso cobrador de rentas.

Freud no podría haberlo formulado mejor; “Fue sin querer queriendo”.  Detrás de la simpleza de esta frase hay una profundidad que da cuenta del funcionamiento de esto que llamamos “ser humano”.  No sólo evidencia la lucha interna entre los deseos inconscientes y los mandatos del superyó. También nos habla de un “hacerse cargo”, o más bien, de una implicación subjetiva.

Un pequeño punto gris, en que la persona sabe y no sabe; un saber no sabido. Hasta el mismo Lacan admite que esta implicación subjetiva es indispensable para que pueda comenzar un análisis. El paciente debe, tarde o temprano, darse cuenta, de que hay algo de él, que él mismo ignora. Debe, como diría el Chavo, saber que aún sin quererlo, quiere.

“¿Cuál es tu parte en lo que te quejas?”, increpa el viejo Sigmund a una joven Dora, que termina por admitirse cómplice, en un drama en que parecía víctima.  En pocas palabras, le podría haber dicho ¿cual es tu “queriendo”, de tu “Fue sin querer”? Psicopatología de la Vida Cotidiana, de Sigmund Freud tiene ejemplos de sobra que pueden dar cuenta del valor de esta frase. Los ejemplos se multiplican, si abrimos los ojos y miramos atentamente a nuestro alrededor.

El psicoanálisis está inmerso en nuestras vidas; está en la riqueza de los personajes de ficción más complejos, en el cine, en el teatro, y hasta por momentos se disfraza de psicología de barrio para hacer chismorrear a un par de viejitas en una esquina. Está también, en el Chavo del 8, y como Roberto Gómez Bolaños no podía ser menos, lo homenajeamos con su frase más freudiana.