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¡COMO CRECÍ! Ya estoy en primer grado

La transición del preescolar a la escuela primaria es un momento muy importante para la vida de una familia y especialmente para el niño; quien debe enfrentar nuevos desafíos, espacios físicos más estructurados, horarios prolongados, compañeros y docentes nuevos, normas institucionales más estrictas que el preescolar. A su vez, deben familiarizarse con nuevos objetos que simbolizan una modalidad de aprendizaje distinta: cuadernos, cartucheras, uniformes, etc.

Esta situación genera sentimientos de ansiedad elevada, miedo a lo desconocido, angustia de separación, entre otras. Es por eso por lo que muchas veces lloran al dejarlos en la puerta de la escuela.

En este contexto, debemos entonces acompañar a nuestros hijos en su aprendizaje, interesarnos por la escuela, mirar sus cuadernos, orientarlos con sus tareas, incentivándolos a mejorar y esforzarse, y sobre todo tenerles paciencia.

Pero lo más importante es abrir la puerta al diálogo, recordar anécdotas, mirar fotos, de cuando los papás empezamos la escuela, contándoles que teníamos los mismos miedos o sensaciones por las que ellos están atravesando.

Recordale que siempre estarás ahí y volverás por él cuando termine la jornada, alivia la angustia que genera el vínculo de apego que tienen los niños con sus padres. Es necesario que sea capaz de interiorizar este recuerdo, diciéndole que no debe angustiarse por ello.

Poco a poco el niño se irá acostumbrando a la situación. Se trata de un proceso de aprendizaje, que a veces puede tardar más o menos tiempo, dependiendo de cada caso, por su personalidad y por la confianza que tiene en él mismo y en la relación con sus padres. Por eso es muy importarte que lo hagas sentir seguro y protegido, y siempre que puedas reforzá su autoestima con elogios. Todo esto ayudará en el proceso de transición.

Es recomendable que le des, dentro de sus posibilidades, cierta autonomía. De esta manera, irá aceptando que tiene su propio espacio, un espacio en el que no necesariamente tenés que estar vos. Con esta actitud, estás ayudando a tu hijo a madurar y a que sea capaz, poquito a poco, de ver más allá de ti. Así, en lugar de ver sólo tu figura como única en su vida, cuando sea el momento de la despedida en la escuela, pueda ver más allá y detenerse a comprender que estará y jugará con sus compañeros de escuela.

No olvides que la mejor forma de afrontar este tipo de situaciones es proporcionar un ambiente de calma y confianza a tu hijo. Dejar que se exprese libremente, fortalecerá la relación y su autoestima.

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