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El Psicoanálisis y El Amor

"El amor implica establecer un lazo con el otro que aloje la singulariad del ser amado. Se trata de escoger a uno entre muchos y es por eso que no puede ser sostenido solo por ideales estéticos. Está siempre más cerca de la falla que de la perfección. Ahí donde uno y el otro vacilan, en ese agujero, es posible que se realice algún tipo de enlace”

Amar no es ser completado por el otro o completarlo, esa es una ilusión que irremediablemente se deshace, no solo porque el otro no puede colmarnos, sino porque la completitud, el sentirnos completos,  es un engaño que nos rodea constantemente, es una  meta a la cual nos sentimos constantemente impulsados. De allí la gran proliferación de religiones, doctrinas y libros que nos prometen llegar a un estado de plenitud, sea esto aquietar la mente o alcanzar la voluntad divina. Tal vez el secreto está en dejar de aspirar a ser perfecto, y entonces, en la imperfección, el mundo se convierte el algo más vivible, y el amor, en algo más posible.

El amor es un tema que nos toca siempre de cerca, nos convoca, es motivo de opinión, despierta pasiones. Están los amores felices, los desdichados, los desdichados en la felicidad y los felices aún en la desdicha, y podemos hacer un largo recorrido de historias que van desde lo romántico hasta lo trágico y muchas veces nos preguntamos: ¿Cómo es posible que algunas parejas permanezcan unidas a pesar de llevarse muy mal, y cómo otras que parecen perfectas, "tal para cual", terminan abruptamente sin aparente sentido?

La elección de un objeto de amor es un asunto intrigante y complejo, y la proliferación de modelos de belleza y perfección, de ideales estéticos o de parteners exitosos, siempre se opone al lazo amoroso. La pregunta es: ¿Cómo elegir "uno" entre tantos? ¿Cómo enamorarse de otro y no de uno mismo? ¿Siempre elegimos según el modelo de amor de nuestros padres o se puede elegir de otra manera, o sea: estamos destinados a elegir a alguien similar a nuestros progenitores o se puede inventar un nuevo amor, distinto a aquel en el que fuimos parte en nuestra infancia??¿Qué es el amor en definitiva? ¿Debería ser una sensación constante de placer y bienestar? ??

Vamos a tratar de entender algo de esto:??Según Freud, la manera en la que cada uno ha sido querido, el lugar que ha ocupado en el seno familiar (o sea, en el juego tripartito que se establece en la relación madre-padre-hijo), más la relación con los objetos que le han dado satisfacción en la infancia, todo esto, establece una matriz de relaciones que dará cuenta de sus elecciones amorosas en la vida adulta posterior, tanto del lugar que ocupará en la pareja, como de los objetos que le darán satisfacción. Esta matriz amorosa, se repetirá a la manera de un clissé con cada nuevo objeto que aparezca.

El niño intenta ocupar un lugar en la relación con sus padres. Simplificando mucho la cuestión podría decirse que: El varón querrá tener para sí a su madre y con su padre tendrá una relación ambivalente, pues es su rival en su lucha por la madre, pero también su modelo, pues es el "dueño" de la madre. La mujercita, querrá ser el amor de su padre y rivalizará con la madre, razón por la cual es tan común que las relaciones madre-hija sean bastante complejas, y también las relaciones padre-hijo.

Luego, la infancia es de algún modo, la historia de un gran amor, un amor que no termina de muy buena manera, ya que en los casos mas frecuentes,  cuando el padre ocupa el lugar que debe ocupar un hombre y la madre, además de madre ocupa el lugar que debe tener una mujer, a saber: ser cada uno el objeto de deseo de su pareja, este gran amor termina con la decepción del pequeño o la pequeña, pues no conquistan a su pareja deseada e idealizada. Luego, todo este gran amor es reprimido  aproximadamente alrededor de los cinco o seis años, pero queda inscripto en el inconsciente, razón por la cual, recordamos muy poco de esa época. Luego, estamos preparados para entrar en la escuela en búsqueda de otros logros, que tienen más que ver con lo social.

Resumiendo: ese lugar en la trama edípica, en el triángulo Padre-Madre-Hijo, será un lugar que intentaremos repetir de distintas maneras, ocupando distintos roles, no solo el del hijo, sino también el del padre o de la madre. Parece confuso, pero... si, es confuso, y encima, uno no recuerda nada de esto y se embarca en una relación tras otra, repitiendo las mismas problemáticas del pasado, solo que...sin sospecharlo.

Para el Psicoanálisis, uno no está destinado a repetir siempre la historia trágica vivida con sus progenitores. La experiencia analítica se trata de un proceso en el que uno debe poder captar, obviamente con la ayuda de alguien que esté a la altura de las circunstancias, cuál es la posición que se repite, y poder separar de entre toda la madeja que lo envuelve, qué es lo que le pertenece y qué parte lo influye sin saberlo, para así, poder decidir si quiere seguir en donde está, pero ya como una decisión subjetiva (lo que implica dejar de quejarse de ello), o tratar de inventar una nueva forma de relacionarse con los otros, que no esté determinada por el inconsciente, pues es allí donde está inscripta aquella vieja historia.

Es por eso, que para dar cuenta de este inconsciente, el analista toma las fallas del discurso, los actos fallidos, lapsus, y también los sueños, donde de forma desfigurada, aparecen retazos de lo que fue el tiempo anterior a la represión. O sea que el analista no trabaja con lo consciente, con lo evidente, sino con lo que aparece sorprendiendo al individuo. Eso que le parece ajeno, eso que descartaría como un error sin pensarlo siquiera, ese, es el material privilegiado que puede decirnos algo del pasado. Obviamente un analista toma más que eso, pues también están los relatos del paciente, sus odios y amores, sus broncas y fantasías, y la relación con el analista, donde repite también su pasado.

La idea entonces es pasar del destino a la creación del amor, y esto, no implica que desaparezcan las viejas formas de elegir, sino que se trata de estar advertidos de que algo nos empuja hacia un lugar extraño, incómodo pero reiterado, y que no es posible erradicarlo como a un parásito, sino, y aquí está el secreto, se trata de saber hacer con lo que nos tocó, que cuando aparece algo de este orden, unos pensamientos molestos en un buen momento, o angustia en algunas situaciones que no está de acuerdo a lo que está pasando, como por ejemplo, sentirse angustiado en un buen momento de la relación, o inclusive, ante una mejora en nuestro trabajo, saber, que las viejas elecciones, los viejos roles están aún allí, y que uno,  puede decidir no seguirlos, porque sabe que son viejos conocidos que en un momento de la infancia tuvieron su razón de ser, pero ya no.

Este es un trabajo de elaboración constante, hasta que uno puede en un momento, casi burlarse de uno mismo y de algunos pensamientos que no dejan de aparecer cada tanto, como negándose a desaparecer. Esa es la historia personal, que lejos de extirparse, hay que tratar de llevar con dignidad, manteniéndola en su sitio, estando advertidos que en cualquier ocasión propicia estará presta a tomar la iniciativa si se lo permitimos.?

Con respecto a la cuestión acerca de si el amor debería ser una sensación de plenitud constante, o sea, una sensación que no cesa. La respuesta nos lleva a otra ilusión, que está del lado del ideal de ser completado por el otro. Digamos que las elecciones que hacemos, lo que nos atrae del otro, es algo  en realidad un poco inexplicable, y no por falta de palabras, sino porque las palabras no pueden dar cuenta de ese rasgo del otro que nos conmueve de diferentes maneras. Ese rasgo está siempre está más cerca de la debilidad que de la fortaleza. Frente a un otro fuerte y completo, ¿Qué lugar queda para uno? ¿Dónde puede uno ubicarse?

Frente a un otro "humano", y por ende imperfecto, hay un espacio a intentar llenar, por más que esto no se consiga nunca completa y constantemente. Digamos que es algo que aparece por momentos, esas situaciones donde eso que nos conmueve del otro se hace presente, eso es lo constante: que ese algo invisible que aparece cada tanto, es siempre posible de ser reencontrado. Esto no solo se da en el amor por una pareja, sino también en el supuesto amor que se debería sentir por una vocación. No se trata de creer el mito en donde la "vocación" debería conmovernos tanto que dejemos de dormir por seguirla, y si esto no ocurre, no es nuestra verdadera vocación.?Esta es otro concepto inflado que solo pocas veces se da con esa intensidad, y en general, esta certeza está más del lado de la locura que de la cordura. Podemos decir sin equivocarnos que la certeza es propia de los locos, la duda... del resto. Muchas veces he preguntado lo siguiente: ¿Qué es lo contrario de la duda? La respuesta casi general es: La certeza!. Esto es un error, un engaño, lo contrario de la duda (que paraliza) es la acción, es hacer aún en la duda, es lo único que le pone un freno. La certeza es una  búsqueda, una ilusión que paraliza toda acción.?

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