Atención!! Sólo turnos por videollamada.
¡Me presento!
Mi nombre es Araceli Retamar, Licenciada en psicología por la Universidad de Buenos Aires, graduada en 2014. Atiendo en mi consultorio particular a niños, niñas, adolescentes y adultos y el marco teórico desde el cual trabajo es el psicoanálisis.
Experiencia laboral
-Atención por video llamadas a adultos y adolescentes, en Centro Larrea de Salud Mental.
-Posgrado en Clínica Psicoanalítica en Centro Dos, donde brindé atención psicológica a jóvenes y adultos durante tres años.
-Experiencia en inclusión en el ámbito educativo, desde hace casi 10 años, brindando apoyos y contención a niños con diferentes desafíos en el aprendizaje. Orientación a padres y docentes. Trabajo interdisciplinario con otros profesionales a cargo del tratamiento (fonoaudiología, psiquiatría, psicopedagogía, etc.).
-Desde hace 8 años me dedico a la atención psicológica en consultorio particular.
Formación profesional
Mi trabajo como psicoanalista se respalda en la continua formación, lectura y supervisión con otros profesionales. Participo de jornadas, conferencias, grupos de estudio y seminarios en donde se abordan temáticas específicas como la revisión y actualización de la técnica analítica, las intervenciones del analista de acuerdo a las presentaciones clínicas del sufrimiento humano, la perspectiva de derechos articulada a un psicoanálisis para todos, la inclusión en el ámbito educativo y el rol del profesional de apoyo en niños y niñas con discapacidad, entre otros.
¿Qué NO es una terapia psicoanalítica?
Voy a comenzar diciendo hacia donde no se orienta la terapia: como psicóloga no doy tips, tareas o ejercicios para hacer en la casa, ni consejos para aliviar el malestar. Hacerlo resultaría ineficaz clínicamente, en tanto el alivio sería pasajero -producto quizás de cierta sugestión-, y el malestar reaparecería nuevamente deslizándose a otras formas de sufrimiento. Los síntomas, eso que nos sucede, tienen una función y están ahí para ser oídos o leídos en su insistencia. Quiero decir, que esa angustia, esa ansiedad, esa tristeza pueden irse por un tiempo para luego seguir expresándose a través de otros malestares finalmente. Recetas mágicas o soluciones instantáneas, no sólo no existen, sino que podrían empeorar cómo nos sentimos, generando culpa en nosotros.
No considero que dependa de la voluntad del consultante experimentar cierto alivio de su sintomatología. No se trata de “si querés, podés”, todo lo contrario, quien llega a consultar ya intentó de distintas maneras hallar una forma de disminuir el malestar (pero no resultaron o lo hicieron por poco tiempo). Bajo estas circunstancias, se acude a la ayuda de un psicoanalista, justamente para hacer frente a eso que sigue persistiendo más allá de cualquier intento o ganas de solucionar.
Teniendo en cuenta la idea que existe sobre cómo trabajan algunos psicoanalistas, es necesario puntualizar que no sostengo largos silencios –incómodos e incomprensibles muchas veces- ni corto la sesión a los 15 minutos de comenzada: claro, que la terapia no es un espacio “cómodo”, hablar cuesta, decir lo que no pasa puede generar angustia, incomodidad, vergüenza, duda. Sin embargo, es necesario que algo de esto ocurra para comenzar a encontrar la causa de nuestro malestar.
¿Cómo trabajo como psicóloga?
Escucho respetuosamente lo que trae el o la consultante, doy tiempo a que pueda desplegar en el transcurso de las sesiones por qué cree que está así, qué es lo que lo aqueja, por qué consulta ahora, en qué cree que puede ayudarlo el espacio, qué fue lo que le pasó; que pueda intentar casi al modo de una traducción –aunque resulte difícil- poner en palabras eso que piensa, pero no comprende del todo o, todo lo contrario, acallar eso que piensa para dar lugar a lo que se siente.
Doy tiempo, y en ocasiones hago silencio no sólo para escuchar sino para que el consultante encuentre la forma de transmitir eso que le sucede. Se ofrece tiempo para respetar los momentos de angustia o si no se quiere hablar de “eso”, ya que no se está preparado aún para decirlo en voz alta.
Enuncio a quien consulta la única regla o condición para que el trabajo comience: que hable. Hablar para ver a dónde nos lleva, actuar casi como un pasajero que describe lo que ve a través de la ventanilla de un tren. Decir sin reparos, sin juzgar si es o no es importante, aunque dé vergüenza o se crea sin sentido. Cuando esto no es posible, por diferentes motivos, hago preguntas, pido aclaraciones, sugiero “temas” por donde comenzar, etc. Esta regla es la que va a favorecer la aparición del inconsciente –en el caso de los niños al lugar de la palabra vendrá el juego, el dibujo o el discurso de los padres- que es la principal brújula con la que trabaja un psicoanalista.
El inconsciente… ¿qué es?
El inconsciente es “eso” que se desliza en lo que decimos, no está escondido ni refiere directamente a nuestra infancia, pero determina y ejerce influencia en nuestro malestar. Está hecho de creencias, ideales, vivencias –actuales o infantiles- discursos de otros y está presente no sólo en lo que decimos sino también en lo que soñamos, en lo que hacemos, en lo que olvidamos, en los recuerdos, incluso hasta en las bromas que hacemos. Sobre este inconsciente trabajan el psicoanalista y quien consulta; ambos lo producen en el transcurrir de las sesiones y sobre él se interviene. Se trata de recorrer las marcas de nuestra propia historia, para poder hacer algo distinto con ellas; que nos ubique en un lugar menos sufriente, más deseante.
Realizo facturas para reintegros a prepagas y obras sociales.
Si llegaste hasta acá y tenés alguna consulta o querés agendar una primera entrevista, contáctame y vemos si podemos coordinar un horario.
Un saludo,
Araceli
Atiende en:
Caballito - Capital Federal (CABA)
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